El precio de la gasolina y el diésel encadena descensos en diciembre, un comportamiento poco frecuente a las puertas de las vacaciones de Navidad, una de las épocas del año con mayor número de desplazamientos por carretera. Esta moderación en los surtidores llega en un contexto paradójico: el petróleo se hunde en los mercados internacionales, se acumula en barcos y tanques, pero ese desplome no se traslada plenamente a la gasolinera por un grave cuello de botella en las refinerías.
Aun así, y pese a todas las tensiones estructurales del mercado energético, los conductores están pagando hoy menos por repostar que hace unos meses, algo inusual en estas fechas, cuando históricamente la demanda vacacional empuja los precios al alza.
Petróleo en caída libre, pero capacidad de refinado al límite
El barril de Brent se ha desplomado cerca de un 20% desde el verano y cotiza ya en torno a los 60 dólares, con previsiones de nuevas caídas a medida que el exceso de oferta se agrava. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) advierte de una “supersobreoferta” de hasta 4 millones de barriles diarios durante los dos primeros trimestres de 2026.
El problema no es la falta de petróleo, sino todo lo contrario: hay más crudo del que el sistema puede procesar. Los buques cisterna están llenos, los grandes centros de almacenamiento —especialmente en China— rozan su capacidad máxima y las refinerías, sobre todo de diésel, no pueden absorber semejante volumen.
El diésel y la gasolina bajan, pero menos de lo esperado
En circunstancias normales, un desplome tan acusado del petróleo se traduciría en una caída brusca de la gasolina y el diésel. Sin embargo, esta vez el ajuste está siendo mucho más suave, aunque suficiente para que el consumidor note una rebaja antes de Navidad.
La explicación está en los márgenes de refino, que se han disparado a niveles no vistos desde el inicio de la guerra en Ucrania. Las sanciones a Rusia, la falta de inversión en nuevas plantas y las paradas imprevistas en refinerías clave han creado un mercado tensionado de productos refinados, especialmente en Europa.
En la práctica, esto significa que las refinerías se quedan con una parte mayor del ahorro, limitando la caída final del precio en los surtidores. Aun así, el descenso del crudo es tan intenso que ha logrado empujar los precios del combustible a la baja incluso en plena temporada alta de desplazamientos, algo poco habitual en Navidad.
Europa, el epicentro de la tensión energética
La Unión Europea afronta uno de los escenarios más delicados. Desde mediados de enero entrará en vigor la prohibición de importar combustibles derivados del crudo ruso, lo que afectará especialmente al diésel y al queroseno, justo cuando la demanda invernal alcanza su punto álgido.
Europa dependerá cada vez más de cargamentos procedentes de Oriente Medio y Asia, con mayores costes logísticos y competencia global por el suministro. Este contexto explica por qué, pese a la bajada del petróleo, el diésel sigue mostrando una resistencia notable a caer con fuerza.
Diésel caro, gasolina contenida
Los márgenes del diésel europeo rozan ya los 34 dólares por barril, mientras que en Estados Unidos superan los 49 dólares, máximos de más de un año. La gasolina, por su parte, ha mostrado algo más de alivio, permitiendo descensos moderados en el precio final al consumidor.
Esta diferencia explica por qué la bajada del combustible es real, pero desigual, y por qué el ahorro para los conductores, aunque bienvenido en Navidad, resulta menor de lo que cabría esperar viendo la evolución del crudo.
Un alivio puntual para los viajes navideños
Históricamente, las semanas previas a Navidad vienen acompañadas de subidas en los precios del combustible debido al aumento de los desplazamientos. Que este año ocurra lo contrario subraya hasta qué punto el mercado del petróleo atraviesa una situación excepcional.
No obstante, los analistas coinciden en que se trata de un alivio limitado y frágil. Mientras no se amplíe la capacidad de las refinerías —algo poco probable, al menos en Occidente—, la desconexión entre petróleo barato y combustibles caros seguirá marcando el mercado y como siempre ha pasado y pasará, estamos supeditados al efecto cohete pluma.
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